Cooperación al desarrollo; la crítica necesaria.

Siempre es difícil intervenir la última en una mesa redonda, sobre todo si, además, eres de la penúltima mesa del último día (apocaliptíco ¿no?). Me queda el consuelo de que vendrá alguien después. Suerte.

Bromas aparte, no olvido la importancia y la seriedad del (los) temas (s) que hoy nos reúnen aquí.

Desde la experiencia profesional —por humana necesariamente pequeña— de ésta que les habla, la cooperación es una manera como otra cualquiera (no mejor ni peor, otra) de ver la vida. El Proyecto Cultural DeSgenerad@s es fruto de la unión de dos trayectorias vitales implicadas con el mundo en el que se desarrollan y de la seguridad de que el conocimiento es el fruto de sinergias derivadas de retos comunes y no individuales.

El desarrollo de un proyecto no institucional, de carácter cultural implementado desde su inicio en dos países de dos continentes diferentes con los múltiples puntos de encuentro y desencuentro que existen histórica, política y socialmente entre España y México supone, cuando menos, el ejercicio de grandes dosis de respeto, humildad y empatía por parte de todas las personas que trabajamos en él.

Para los organismos oficiales mexicanos y españoles, México como país miembro de la OCDE, dista mucho respecto a las condiciones y capacidades de los países más pobres, pero se enfrenta al reto de consolidar los avances alcanzados. Además, dado el peso que tiene en el contexto latinoamericano, su estabilidad y capacidad de crecimiento constituye un factor de equilibrio y progreso para los países de su entorno, al tiempo que contribuye de manera importante a la provisión de bienes públicos globales.

Esta situación justifica la presencia de la Cooperación española en territorio mexicano mediante una atención focalizada y puntual orientada fundamentalmente hacia:

  • El fortalecimiento de políticas públicas inclusivas que promuevan el desarrollo en las zonas geográficas y los sectores sociales más desfavorecidos.
  • La promoción de la cooperación Sur-Sur y Triangular como estrategia complementaria a la cooperación bilateral que permita promover iniciativas más cercanas a las necesidades de los países socios y estimular capacidades técnicas e institucionales tanto del donante como del receptor.
  • El impulso de iniciativas de carácter regional que fomenten la asociación entre países

Suena bonito ¿verdad? la realidad con la que nos encontramos sobre el terreno dista mucho de poder contarse así. Un país extraordinario, con un movimiento asociativo y ciudadano enorme pero disperso, sin apoyo, falto de recursos, que en nombre de una supuesta “guerra contra el narcotráfico” (con el apoyo del vecino del norte, claro está) ha entregado la vida de más 30000 personas en apenas 4 años, con más de la mitad de su población en situación de pobreza absoluta (y hablamos de unos 60 millones de personas que no comen a diario, y ni hablar de otros “lujos” como acceder a una educación obligatoria que tampoco existe), con zonas enormes de territorio gobernadas por políticos declaradamente corruptos a los que se asciende sistemáticamente para que no tengan que rendir cuentas ante la justicia, una justicia de la que sólo encontramos el nombre porque el índice de impunidad reconocido por el propio Poder Judicial es del 99%. Podríamos seguir durante días. Sin embargo ¿qué sostiene al borde del desastre a un país que parece abocado a amanecer en el abismo cada mañana? sus redes de cooperación. Algunas formales y excesivamente institucionalizadas, otras informales, irregulares, pero solidarias, fuertes, que como la energía no parecen crearse ni destruirse sino transformarse imperceptiblemente conforme la realidad se degrada a ojos vista.



Cuando la cooperación se realiza sin el apoyo institucional, como un planteamiento personal de integración de objetivos laborales y vitales (como ocurre con el Proyecto Cultural DeSgenerad@s y tantos otros que aparecen y —desgraciadamente— desaparecen también a casi la misma velocidad) la obtención de resultados óptimos (o de resultados de algún tipo) pasa siempre por la colaboración con otros proyectos de redes, repito, formales e informales. El fomento de la cultura de la cooperación frente a la inveterada costumbre de la competitividad.

La relación amor-odio existente entre “las colonias” y la “metrópoli”, el predominio de los estereotipos en los primeros pasos de la relación de intercambio, el riesgo de confundir occidente con progreso, capacidad adquisitiva con desarrollo e imposición de valores y actitudes con evolución social son mayores cuando se trabaja desde la individualidad que desde una institución que requiere unos lineamientos mínimos a quienes se integran en ella.

Pero esa supuesta debilidad se convierte, una vez comenzada la andadura, en un valor añadido para ambas partes. El enriquecimiento derivado de la búsqueda de objetivos comunes, de estrategias adecuadas, la flexibilidad suplementaria que implica la cercanía para un trabajo codo con codo, acaban transformando de menos a más, de lo personal a lo público, los entornos de quienes participamos en cada uno de los proyectos que iniciamos o a los que nos sumamos.

Desde un primer momento, nos planteamos como objetivos claros dos mínimos imprescindibles para todas nuestras actuaciones: perspectiva de género y de respeto de los derechos humanos.

Intentamos además en todo momento ser conscientes de que la globalización del conocimiento y las tecnologías es un arma de doble filo que deja fuera a mucho más de la mitad de la población mundial, por lo que las utilizamos, claro, y potenciamos su uso y conocimiento en todos los casos en que ello es posible, pero nos obligamos a olvidarlas cuando las circunstancias sociales, económicas o culturales pueden llegar a hacerlas contraproducentes.

El trabajo, por ejemplo, con comunidades indígenas nos hace tener presente cuán diferentes son los conceptos de bienestar y progreso, y qué distantes las maneras de medirlos una vez conseguidos unos mínimos irrenunciables de derechos humanos, condiciones vitales, higiénicas y de educación.

Si una de las funciones de la cooperación (olvidadas ya aquellas primeras intervenciones exclusivamente en claves económicas o economicistas) es facilitar la generación y absorción de conocimiento por parte de actores locales, puede examinarse si las redes de cooperación tradicionales pueden cumplir ese rol mejor que las redes de conocimiento basadas en Internet. En este sentido, aprendemos también continuamente de cómo las redes informales funcionan desde hace siglos y nacen, crecen y se mantienen sin la necesidad de las nuevas tecnologías y cómo a veces, la imposición de nuevos modos de vida las destruyen irreversiblemente.

Está muy bien reunirnos periódicamente en foros como éste, y está muy bien hacer proyectos, implementarlos, obtener resultados (o no), compartirlos, debatirlos, exponerlos, darlos a conocer y conocernos, pero el trabajo no está aquí, está ahí fuera en un mundo cada vez más global (¿esto no es un absurdo a pesar de que lo oigamos un millón de veces a la semana?) pero no por ello más ni mejor conocido.

Un mundo del que sabemos a trozos, generalmente desde fuentes interesadas (los medios de comunicación de masas: grandes emporios empresariales que trabajan casi en exclusiva para la obtención de beneficios), Porque ¿qué información recibimos sobre los conflictos abiertos en el mundo? ¿Qué implicaciones tienen para los derechos humanos conflictos como los de Colombia, Palestina y República Democrática del Congo? ¿Qué nos transmiten cada día los medios de comunicación sobre las migraciones? ¿En qué medida pueden las ONGD y los movimientos sociales contribuir a lograr a través de la comunicación sociedades más justas, igualitarias y sostenibles, un mundo globalizado no deshumanizado?

Un mundo con una visión relativamente sesgada (porque si me lo cuenta desde una red social en Abuya alguien con acceso a internet, no es exactamente la persona que representa a la media de la población de ese país casi con toda certeza sabiendo que en Nigeria cinco de cada cien hogares no tienen acceso al teléfono).

Un mundo en el que los números ocultan a las personas muchas veces y muchas otras nos muestran nuestra falta de escrúpulos:

-El año pasado, 2.000 millones de personas contaban con conexión a Internet. La mayor parte de los usuarios se concentra en los países desarrollados. En el continente africano solo existe una conexión por cada mil ordenadores (de 1013 millones de personas, apenas 110 millones tienen acceso, lo que no impolica su uso real).

-En Corea del Sur la velocidad de conexión media es de 17 megas por segundo. En las islas Cook se puede tardar hasta 10 minutos en enviar un simple e-mail.

-El 80% de los alumnos de Estados Unidos cuentan con un ordenador como apoyo en su educación. En Brasil, únicamente hay conexión a Internet en uno de cada diez colegios.

-Todos los hogares de Andorra tienen acceso a fibra óptica. En Nigeria, el 95% no tienen siquiera línea de teléfono. En Liberia, sólo tiene acceso a internet el 0,5% de la población. En Egipto, del año 2000 al 2010, las personas usuarias pasaron de 450.000 a 17,500.000, el mayor aumento de todo el continente. ¿Tendrá algo que ver con los acontecimientos recientes que todo el mundo conoce?

-El flujo diario de SMS supera el número de habitantes del planeta (más de 6.000 millones), pero todavía hay un 20% del territorio sin acceso a señal de telefonía móvil.

Hace apenas una semana, Jose Luis Gárate de Astra, decía en El País: "No tener acceso a banda ancha tiene consecuencias económicas y sociales".

Y yo creo que hace años que se sabe. ¿A qué han esperado los que tienen el monopolio de las comunicaciones? ¿Y Los que deciden las inversiones? ¿Y desde la política? ¿Esperan a que la brecha sea mayor? ¿A que los que no tienen acceso, puedan pagarla a los precios adecuados? ¿A que vengan al “primer mundo” en busca del “bienestar” y el progreso ?

Lo que está claro es, que si en vez de mirar con visión de futuro, en vez de ganancias a corto plazo y retorno de la inversión rápido, se mirara con solidaridad real, se darían cuenta que la brecha que se está produciendo, es cada vez mayor y mas peligrosa.

La Tecnología crece de forma exponencial, y esta tecnología produce en algunos un mayor estado del bienestar tangible, mientras que en otros sólo produce retraso y perdida de confianza en las estructuras.

Lo que está claro es, que si en vez de mirar con visión de futuro, en vez de "ganancias a corto plazo" y retorno de la inversión rápido, se mirara con sabiduría, se darían cuenta que la "brecha" que se está produciendo, es cada vez mayor y mas peligrosa que ocultamos tras el “mundo globalizado”.

Un mundo, el mismo (aunque no lo pareciera a alguien venido de fuera y que viese los extremos inferior y superior de la pirámide de la riqueza) al que en realidad no consideramos igual porque nos clasificamos como primeros (campeones) frente a los del segundo y tercero que sostienen nuestro nivel de vida con el pago de deuda externa, y a los que, como limosna que nos lava las manos y las conciencias, no devolvemos ni una décima parte a través de la cooperación al desarrollo, o la ayuda humanitaria o programas que sólo sirven, de nuevo, a nuestros intereses, y vuelvo a poner ejemplos: resulta que algunos "tomadores" de decisiones han descubierto que la mayoría de la población mundial no accede a Internet. Y yo me pregunto si saben que esta mayoría no accede tampoco a las mas básicas necesidades: alimento, sanidad, educación y expectativas de progreso personal y comunitario, motores del desarrollo y el progreso.

Y van los salvadores del universo y planifican (y nos venden como el no va más de vayan a saber qué):

  • Enviar sistemas operativos caducos y obsoletos para que los países "subdesarrollados" se desarrollen. Eso sí, envían sistemas operativos propietarios, en aviones llenos de cajas, (previas fotos) y noticias en los principales periódicos del mundo, lo que sólo sirve para salir en la foto, quitarse de enmedio miles de cajas de "scrap" tecnológico y contaminante, evitar impuestos por donación, y lo mas grave: crear falsas expectativas. Porque ¿para que quiero yo una caja con un Sistema Operativo si no tengo donde instalarlo (pc), alimentarlo (electricidad) y activarlo (conexión de Internet)?
  • Conectividad vía satélite de bajo coste a Internet y a la vez, claro, acceso a la TV mundial. ¿Conectividad vía satélite para qué? Lo que hace falta es Democracia, continuidad política democrática, alimentación, planes reales de ayuda, infraestructuras... Y por supuesto Sanidad, vacunas como esa contra la malaria cuya patente fue donada en 1993 a la OMS por el investigador que la desarrolló: el colombiano Manuel Patarroyo, consciente de que su venta a una multinacional farmacéutica habría multiplicado su precio. La condición de que se producción se realizara en Colombia, creó puestos de trabajo, fomentó el desarrollo de la I+D del país ¿mejor ejemplo de Cooperación al desarrollo?


Es una vergüenza que estemos "dilapidando" recursos (todos los países casi sin excepción), mientras en estos países, mueren las personas por falta de los mas elemental. ¿Cómo puede ser necesario, ni tan siquiera ponerlo de relieve? ¿No se cae por su propio peso ante nuestros occidentalísimos ojos?

Y no olvidemos que somos parte de esa Comunidad Internacional, desvelado y (visto lo visto) despistado ángel de la guarda que permitió, permite y sospecho que permitirá aberraciones como la guerra de los Balcanes, o la de Angola, o los crímenes por el coltán en el Congo, o la invasión indecente de Palestina durante décadas, pero que cuando un tsunami o un huracán o un terremoto producen desastres que no habrían pasado de catástrofes en los países a los que hemos esquilmado sin miramientos, nos lanzamos de cabeza y con luz y taquígrafos (los que faltan cuando les vendemos las armas o los vendemos a nuestras transnacionales) a congratularnos de qué bondadosamente nos comportamos y cuánto ayudamos y cómo nos entregamos y qué bien lo hacemos todo: y qué malamente se organizan y qué mal construyen y cómo no va a pasar lo que pasa si es que al fin y al cabo por algo son el tercer mundo y nosotros el primero y algo tendrá el agua cuando la bendicen.

La cooperación al desarrollo tiene inexcusablemente de cara al futuro una vertiente privada de la que tenemos que hacernos eco cada vez, una y otra vez: nosotros y nosotras también podemos y debemos colaborar cada día, y no sólo cuando una catástrofe natural produce un desastre (casi siempre previsible y evitable pero que no previmos ni evitamos).

Hay un concepto económico (lo que voy a hacer es atrevimiento puro y duro y espero que si hay especialistas en el tema me disculpen) denominado “externalidades”. Dice Santa Wikipedia, que "una externalidad es, parsimoniosamente hablando, "una interdependencia no compensada. También se le puede calificar como un beneficio o un costo que no refleja su precio real en el mercado."

Rebuscando por la red —a falta de un teletransportador que me lleve al sótano en el que reposa el bendito (o maldito) Samuelson de mis tiempos de estudiante— encuentro una definición mucho más aclaratoria: externalidades son las "actividades que afectan a otros para mejor o para peor, sin que éstos paguen por ellas o sean compensados. Existen externalidades cuando los costos o los beneficios privados no son iguales a los costos o los beneficios sociales." O sea, que si medio recuerdo y medio entiendo las externalidades son —más o menos— los "efectos económicos colaterales" y aunque la mayor parte de las veces no somos ni medio conscientes de ello, cada paso que damos en la vida es, en esta civilizacion nuestra que intentamos inocular allá donde vamos, económicamente relevante.

No es cuestión como tantas veces se dice, supongo que tan bienintencionada como inútilmente, de dejar de comprar cosas, sino de ser consciente de que cada acto de consumo, cada decisión sobre nuestra vida influye en otras. Si simplemente consumimos lo que necesitamos, nuestro aporte tendría un gran impacto no sólo en este tema, sino en el medioambiente, en las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales entre países. Si te preocupa la situación en el Congo puedes hacer algo además de lamentarte. No cambiar de móvil cada tres meses, por ejemplo. Si descubres que tal o cual marca utiliza métodos inhumanos para hacer sus productos, córtale tu apoyo. Si una artista como Noa apoya sin reparos la ocupación Palestina y las medidas Israelís, no compres sus discos.

Es una cooperación al desarrollo de persona a persona, de andar por casa, en pantuflas y con bata , pero nadie nos puede negar nuestro derecho a realizarla. El problema es que no tenemos excusa para dejar de hacerlo. Y no estamos en disposición de dejar la Black o el iPhone para llevar de nuevo un ladrillófono de los noventa. Y eso duele a nuestras recién lavadas y solidarias conciencias..

Y sí, sé que estoy siendo injusta y exagerada, pero debo tener un gen defectuoso que me ha hecho inconformista e inmune a que me vendan la moto. Ni siendo ecológica y de bajo consumo. Mientras un solo niño o niña duerman sin comer porque no pueden; mientras miles de mujeres sean utilizadas como armas de guerra; mientras el poder de las armas prevalezca sobre la fuerza de la razón mi primer mundo me asquea y la comunidad internacional en la que me incluyen sin haberme nunca consultado, me avergüenza. A pesar de la cooperación, del desarrollo y de las redes que son necesarias e imprescindibles. A sabiendas de que está mal visto decirlo y se me cierran puertas por no callarlo. O aunque lo diga y nadie me escuche.

Desde el alcance grande o pequeño de cada una de las iniciativas que se han expuesto a lo largo de estos días, estoy segura de que somos conscientes de la necesidad de que las grandes acciones vengan acompañadas de pequeños gestos, de que la globalización no puede ser únicamente dirigida por el G20. Por ello, me despido con la esperanza y la seguridad de que podemos hacer algo cada día y de que no dejaremos de hacerlo porque, al fin y al cabo, no hay ni debe haber una red mayor ni más extendida que la de las ciudadanías. Personas trabajando con y por otras personas.


María Martín.

Extracto de la ponencia del Primer Congreso Internacional: "Cooperación Internacional y desarrollo: Cerando Redes"

Sevilla febrero 2011

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