12 respuestas sencillas a 12 preguntas tontas
Este artículo es la respuesta a Doce preguntas incómodas sobre lo de
Rubiales y Jenni Hermoso de Cristian Campos (@crpandemonium) publicado en
Las negritas son parte de
las preguntas originales que aquí aparecen en cursiva.
1.
¿Le habría dado Luis Rubiales ese beso al
entrenador Jorge
Vilda o a Gerard
Piqué?
No. A Vilda lo «celebró» echándose manos a los huevos, no con un pico. Se
ha visto muchas veces a Rubiales con hombres en momentos importantes, de
celebración y eufóricos. Sin “picos”. Sin llevarlos como sacos de patatas. No
sé si la justicia decidirá si fue un delito, pero cualquier mujer sabe que,
cuando eso sucede, se siente agredida. Lo doloroso es que los hombres crean
que, salvo que tengan intención de agredir, no pasa nada.
2.
¿Qué va a hacer el Gobierno para remediar el daño reputacional que
el caso está haciendo en la marca España? ¿le preocupa al Gobierno que los
españoles vayamos a convertirnos en el imaginario colectivo en un país de
abusadores machistas o
el beneficio político cortoplacista de la incineración de Rubiales opaca todo
análisis posterior?
No sé qué hará el Gobierno, pero sí sé que este país —en redes y
medios queda claro— está petado de abusadores machistas. Habría que preguntar a
ellos si les importa la imagen que dan de España.
Sobre la «incineración de Rubiales», el análisis posterior lo ha
hecho el movimiento feminista: este hombre y los palmeros que le jalean y
apoyan han escenificado lo que en el feminismo llevamos años criticando:
hombres atacan a mujeres y se unen para justificar los ataques, culparlas de los
mismos y, de paso, utilizarlas para criticar al feminismo y a todo lo que pueda
parecer afín al mismo. Cuandos las exhibiciones de mandriles no surten efecto,
instrumentalizan mujeres (hijas, madre, primas…). Lo hacen siempre, cada vez,
nada nuevo cara al sol.
3.
¿Por qué el FC Barcelona emitió este viernes un comunicado
apoyando a Rubiales y el Real Madrid otro desmarcándose de él? ¿Quién es ahora
el equipo de "los valores"?
Los valores no están en ninguno, los dos equipos sabían cómo se
trataba a sus jugadoras en la selección mucho antes del acoso sexista
retransmitido en directo de un cavernícola que unos minutos se había tocado
los huevos, agarrado a la infanta y la reina, llevado como un saco de
patatas a una jugadora y en unas horas llamado tontos del culo y gilipollas a
quienes se lo afearon. Los dos grandes equipos tendrían que ser los adalides de
la igualdad en el fútbol y no lo son. Valores cero, vayan o no a rebufo de los acontecimientos.
4.
Si las jugadoras de la selección femenina no
querían que el beso de Rubiales opacara su éxito en el Mundial, ¿por qué Jenni Hermoso no publicó
su comunicado el lunes y dejó que la bola de nieve de las especulaciones lo
arrollara todo a su paso? ¿Cuántas horas de lectura de labios nos podríamos
haber ahorrado si Jenni Hermoso hubiera hecho el lunes lo que acabó haciendo de
todos modos este viernes?
Porque estaba celebrando, disfrutando, porque
estaba haciendo lo que le daba la gana sin tener que hacer que su tiempo, su
éxito, su celebración girara alrededor de un hombre que es el único que tiene
responsabilidad sobre los hechos. Las mujeres actuamos (con acierto o
desacierto, claro) cuando creemos conveniente, no cuando lo cree conveniente
algún señoro.
5.
¿Es el beso a Jenni Hermoso el motivo por el que
merecía caer Luis Rubiales, a la vista de su currículo pasado?
Si merecía caer y no lo derribaron, ¿qué
responsabilidad tiene quien hace lo que tiene que hacer en el momento en que
tiene capacidad de hacerlo? Miren a quienes le han sostenido y aupado. Si David
ha derribado a Goliat y no ha sido por tener más fuerza, ¿Goliat era Goliat por
cobardía de quienes no se le enfrentaban?
6.
¿Qué confianza inspira un Gobierno que,
apabullado por la repercusión de los hechos, retuerce el Estado de derecho poco
menos que instando al TAD a reunirse "este mismo lunes" como si
hubiera estallado en España una epidemia de ébola?
Pero ¿no estaba preguntando en el punto dos qué
iban a hacer? ¿Ahora lo que hacen no gusta? Igual esto no va de fútbol (que no
va, o no solo). Ni de la jugadora Hermoso (que no va, o no solo). Ni de
Rubiales (que no va, o no solo). Esto va de cómo el hartazgo legítimo de las
mujeres intenta ser instrumentalizado —otra vez— por quienes se ven afectados
por él. Por unos para ponerse medallas y resucitar ministras. Por otros para
defenestrar ministras y quitar galones a un Gobierno. Dan el mismo asco.
7.
De todos los antihéroes a su disposición, ¿por
qué la extrema derecha ha escogido a Rubiales, precisamente a Rubiales, para
arremeter contra el movimiento feminista? ¿Es puro y simple torrentismo,
ridículo infantilismo o fascinación de incel misógino deslumbrado en la
autopista por los faros del macho alfa castigador? ¿O es que la caricatura que hace de esa
extrema derecha la extrema izquierda es real?
La extrema derecha no es caricaturizada porque se
caricaturiza sola siempre. Y, en todo caso, es un espectro político que se
nutre y ha incorporado el antifeminismo organizado en su estructura. Que esta
extrema derecha haya elegido a un mártir para su causa no es, ni más ni menos,
que la prueba de que es el ejemplo perfecto de la ideología que encarnan: el
machismo más cerril y antediluviano que proponen como ideal. Creer que la
imagen nefasta de España es un peligro y no ver el peligro de quienes la proponen
como única imagen es, como mínimo, inocente. Por no decir tonto.
8.
Si Jenni Hermoso ha sido capaz de acabar con la
carrera de Luis Rubiales con una sola frase, ¿quién ocupaba la posición
dominante en su relación? He ahí una paradoja interesante: Rubiales sólo
conservó su posición de "predominio" sobre Jenni Hermoso mientras no
hizo mal uso de ella. En el momento en que se aprovechó de dicha posición, esta
pasó a ser ocupada por la jugadora, que tuvo en sus manos durante cinco días la
posibilidad de "salvar" o de "condenar" a Rubiales con una
sola palabra.
Vaya, ya tenemos aquí el «Denuncias a un hombre y
le arruinas la vida». Casi me sorprende que esté en el punto ocho, la verdad. La
posición dominante en ese contexto la tiene el que la posee por su categoría
jerárquica. Rubiales estaba ahí como presidente, no como un señor sencillo de
Motril que pasaba por allí. No hay más preguntas ni más discusión. Ella no ha
tenido más que repercusiones indeseadas: exposición brutal, acusaciones, acoso
a ella y su familia para que firmaran esto y lo otro. Un tipo que puede reunir
a una junta y repartir cientos de miles de euros para comprar silencios y
aplausos mientras ella tenía que ampararse en su sindicato, su agencia y el
movimiento feminista. Porque, le guste a Rubiales o no, el feminismo de muchos
países (a pesar de las tan cacareadas diferencias, discordias, desavenencias y divisiones)
se ha unido para decir #SeAcabó. Por Jenni Hermoso, por sus compañeras, por las
«amotinadas», por las niñas que vendrán y no queremos que crean que un jefe
puede preguntarte «¿Un piquito?» y no pasa nada. Porque pasa. La jugadora no
salva ni condena. No es su responsabilidad, en sus manos estaba denunciar o no.
Y las niñas de mañana saben hoy que denunciarán y no estarán solas. Doble
campeona solo por eso.
9.
¿Quién será el próximo en ser arrollado por un
tsunami emocional como el de esta semana? ¿Y cuántos de los que se han hecho un
selfi moral gratuito a cuenta del caso Rubiales guardan un #metoo en el armario
del tamaño de la catedral de Burgos?
Mi abuela siempre decía: «Quien la hace la teme».
Y no ha sido tanto un tsunami emocional, como una riada (de esas que tanto
sabemos en España) de justicia. Quizás, si no la hubiéramos echado tantísimo de
menos ( a la justicia) durante tantísimo tiempo, si los cauces no hubieran estado llenos de
porquería, si no hubiera habido tanto construido por donde el agua tendría que
haber pasado mansamente, una lluvia que no llega a ser torrencial no habría
desatado la escorrentía. Parafraseo a mi abuela: Quien tenga armarios, ya puede
trincarlos bien o abrirlos para que aireen porque hemos dejado de ser las
guardianas de la honra masculina. No vamos a ser las que excusen a más hombres,
las que digan que «Ha sido una tontería”, la que piensa «Bueno, solo ha sido un
pico, tampoco es para tanto». A partir de ahora, demuestren los hombres que
no son todos los hombres. Y los que sí sean, supongo que el resto querrán que
paguen, ¿no? O, si no, arréglenlo «Haciéndose unas pajillas», como dice ese
personaje mencionado en el punto 7 y que parece que no les preocupa que nos
represente en el imaginario mundial.
10.
Aquí una complicada. ¿Cuál es el criterio para,
como pide al menos una parte del feminismo, desexualizar determinadas cosas
(los pechos de Amaral por
ejemplo) y no otras (los besos en los labios)? ¿Quién decide dónde está la raya
que separa lo sexual de lo no sexual? ¿Lo decide eso la sociedad, el Gobierno,
la religión, la biología o quién?
En realidad no es complicada. Es la a, e, i, o, u
de ese feminismo del que tanto hablan tantos sin saber ni que empieza por efe. Si
el cuerpo es tuyo y solo participa él, decides tú sin preguntarlo. Sean tus
tetas o tus labios. Si entra en juego —perdón por el chiste fácil— otro cuerpo
asegúrate de que quien participa lo desea, al menos, tanto como tú. No solo que
consiente, que desea; que lo del consentimiento viciado se sabe desde el
Derecho Romano. Y si no, vuelta al punto 9 y las pajillas.
11.
Si la respuesta a la anterior pregunta es que eso
lo decide cada persona en función de su percepción personal en un momento
determinado, ¿cómo podemos entonces ponernos de acuerdo como sociedad
para definir de forma consensuada qué comportamientos deben ser considerados
delito y cuáles no?
La respuesta no ha sido la percepción personal
porque es una respuesta que solo es válida cuando la pregunta es sesgada. Como
decía en El eterno femenino Rosario Castellanos, parecería que a los
hombres les enseñan a responder en sitios distintos de donde a las mujeres nos
enseñan a preguntar (y viceversa, digo yo). La forma consensuada es clara: Si
no hay deseo no hay libertad. Una relación que no pasa por el deseo es
coaccionada y, por tanto, tendrá que ser sancionada de acuerdo con su gravedad.
El deseo, además, debe mantenerse. Si a mitad digo que no, por lo que sea, es
que no. Y se acabó. A casita o al punto 9.
12.
Puestos a identificar a Luis Rubiales con algún
partido o corriente ideológica española actual, ¿a quién recuerda esa
persistencia en la mentira, esa desfachatez en la manipulación de lo que todos
los ciudadanos han visto con sus propios ojos y esa resistencia a la dimisión
frente a la clamorosa evidencia de un comportamiento no sólo inaceptable, sino tóxico para aquellos
a los que se dice querer proteger?
Supongo que esta pregunta es retórica, y a los
hilos sueltos, casos esporádicos y cientos de condenas sin relación me remito. Aun
así, ¿qué tendrá que ver? Este punto es otra instrumentalización que aleja el
foco de algo que parece que no se quiere ver: No hablamos de fútbol, hablamos
del pacto social que nos convierte en una sociedad moderna y democrática: una
que respeta sin excepciones el espacio físico y emocional de las mujeres. ¿No
hablamos bastante de partidos para rebajar la discusión a ellos?
13.
Y una juguetona de regalo. ¿Qué pensaría Rubiales
si, durante una entrega de medallas, y de forma totalmente inesperada, Haaland le coge por las
orejas y le planta un beso en los morros? ¿Comprendería entonces Rubiales el
porqué de la indignación?
Y esta, de regalo, no es juguetona. Es tan
malintencionada como el resto. Los protocolos de acoso sexual suelen tener la
respuesta: Si el acto tiene contenido sexual (y un beso lo tiene) podría ser sancionable
e incluso constitutivo de un delito de acoso, uno en el que no existiría el
abuso de poder añadido. Pero, como estamos hablando de lo que pensaría
Rubiales, viendo lo visto, posiblemente fuera: «Ya estamos con las mariconadas».
Porque este hombre, por desgracia, como tantos, como quien se hace estas doce preguntas
tan fáciles de responder, no ha entendido nada.
Brillante !!! María como siempre alto y claro.
ResponderEliminarMás claro imposible, muchas gracias
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