¿Mi mamá ya no me mima?

El papel de la(s) familia(s) ante los nuevos retos educativos 

La multiplicidad de las familias de los albores del s XXI (ha quedado bien la frasecita ¿eh?) es tanta como diferentes son los problemas a los que nos enfrentamos, los retos que se nos proponen, las soluciones que a veces meditamos y, otras muchas, improvisamos. Pero, frente a esta sociedad cambiante, a estas familias que algunos de nuestros abuelos no reconocerían ni remotamente como tales ¿ha evolucionado paralelamente y a la misma velocidad nuestro modo de educar a nuestros niños y niñas para ser los hombres y mujeres del mañana?
Como siempre, la realidad que supera a cualquier planteamiento teórico en casi todas las ocasiones, ha acudido en mi ayuda en forma, no de solución, sino de nueva pregunta porque ¿Qué familias son las que se plantean, nos planteamos esos retos? ¿Qué patrones con los que identificarnos, qué referencias tenemos las familias de hoy con las familias de antaño? Y la respuesta es: ninguno. ¿Qué hacemos entonces? Repetir, consciente o inconscientemente los patrones que nos son familiares. Yo no soy psicóloga ni socióloga, no soy especialista en conducta, pero sí lo soy en Género y en MdC y, en el ámbito que conozco, muy pocas cosas cambian en profundidad, sólo se remozan las superficies, cambiamos las fundas de los sofás y no arreglamos los muelles de una estructura social que se perpetúa a sí misma con nuestra ayuda, y que no avanza sino pequeños pasitos a costa de grandes resistencias.
Estaréis de acuerdo conmigo en que, además de la familia, la escuela o sus grupos de iguales, uno de los grandes agentes socializadores de nuestros niños y niñas y de nosotros y nosotras como adultos , son los MdC, no sólo la radio y la televisión, sino el cine, los videojuegos, Internet, las redes sociales en las que nuestros pequeños y pequeñas se desenvuelven con una naturalidad que nos produce el más abierto asombro.
Sin embargo, esa capacidad inaudita para sus mayores no es ni más ni menos que una muestra de la rapidez de su aprendizaje, un aprendizaje, que, si me equivoco, expertos podrán puntualizar con toda precisión, queda, en algunos rasgos como el género fijado –según los autores –entre los 3 y los 5 años de edad. Doy fe de ello tras la conversación casual ayer con un amigo sorprendido porque al hablar con el profesor de su hijo de apenas 5 años (el hijo, no el profesor) le contó que se había negado en redondo a vestirse de chica para representar una obra. Y os aseguro que las actitudes en ese hogar no son exacerbadamente machistas, sino por el contrario, especialmente igualitarias.
¿Somos realmente conscientes de la realidad que los medios de comunicación construyen para nuestros hijos e hijas? ¿Contribuyen a reforzar los roles y los estereotipos asignados desde siempre a hombres y mujeres? ¿Qué cuentos les contamos? ¿Quiénes son sus protagonistas? ¿Qué hacen en ellos los niños y las niñas? ¿Por qué en una sociedad que cambia incesantemente los príncipes siguen persiguiendo dragones y las princesas esperando en el castillo? ¿En qué trabajan, quiénes cuidan a quién, quiénes defienden y quiées son defendidos, o defendidas? ¿Es posible que una sociedad cambie sin que cambie la forma en que los niños y niñas son educadas? ¿Sirve de algo el esfuerzo de adaptación de los miembros de las familias a los cambios de los que hablábamos al principio si no somos capaces de incorporar –y por ende incorporarles- una mirada crítica, una perspectiva nueva, un modo responsable de consumir una realidad que es construida en la mayor parte de los casos con el objetivo claro no de educar sino de ser consumida, obteniendo un beneficio e inmediatamente desechada?
La sociedad en su conjunto convive diariamente con la televisión, nuestros niños y niñas también. Sin embargo, un consumo indiscriminado no garantiza el desarrollo de una competencia televisiva, es necesario incorporar estrategias de alfabetización audiovisual, que enseñen a “leer” los mensajes televisivos, estrategias que deben incorporar una revisión de los estereotipos y roles de género, determinantes de la supervivencia de una cultura patriarcal.
En el caso de la población infantil se hace imprescindible la intervención, por cuanto los programas específicamente infantiles presentan una concentración intensiva estereotípica, unos lenguajes visuales androcéntricos que excluyen, ocultan o minorizan la presencia femenina, con pervivencia de actitudes y formulaciones sexistas que mantienen una comunicación subliminal explicativa de la debilidad, cuando no de inferioridad de la mujer frente al hombre.
Esa es la construcción social del género, que puede parecer un ente abstracto pero que es algo que hacemos día a día con cada uno de nuestros comportamientos, con las palabras que decimos, con las películas que vemos, con los chistes de los que nos reímos, con los cuentos que contamos.
¿Os habéis fijado en la música de la publicidad infantil? Haced la prueba: Si no se hace mención al producto, sólo por la música, desde otra habitación podréis saber si es de un producto o un juguete “para niños” o “para niñas”. La publicidad vende, efectivamente; esa es su función en una economía de mercado. Pero no sólo vende un determinado producto de una determinada marca: también, de una manera más inadvertida, vende un estilo de vida, unas pautas de conducta, unas normas culturales con las creencias y valores anejas, en definitiva, una ideología.
Luego la publicidad, además de vender, tiene un papel primordial como creador de modelos culturales. No intento en absoluto ser catastrofista, porque para eso ya hay suficientes estudios, datos, estadísticas y, para muestra un botón: el consumo excesivo de televisión puede producir, entre otras cosas : * Pérez Chica y López Álvarez, 1991: 53 y ss.)
- Efectos en el desarrollo intelectivo, como tendencia a la esquematización simplista, bloqueo de la capacidad de crítica, inversión entre valores positivos y negativos, bajo rendimiento escolar;
- Efectos en el bienestar físico, como alteraciones y disminución de horas de sueño, vigilia, disminución de la capacidad de atención, disminución de un buen estado de forma física, aparición de obesidad;
- Efectos en el desarrollo de su sociabilidad, por la disminución tanto tiempo infantil dedicado al juego como del tiempo dedicado a la interacción con el entorno natural. Igualmente, se pueden producir cambios de conducta: aislamiento intrafamiliar con la consecuente conflictividad, y cambios de conducta tendentes a la agresividad y la violencia.
¿No es curioso, por ejemplo, que un horario estelar para la audiencia infantil, como es el de última hora de la tarde (regreso del colegio, de las actividades extraescolares, una vez cumplidos los deberes de estudio en casa, un tiempo de ocio previo a la hora de la cena), queda vacío de programación infantil? en ese prime time, la franja horaria que convoca una audiencia más numerosa, se suceden series, concursos y programas de entretenimiento dirigidos a un público único, un colectivo formado por “niños adultizados”, y “adultos infantilizados”, en expresión de José Miguel Contreras (Contreras, 1992: 19).
Sea como fuere, cuando hablamos de socialización de género, estamos hablando, ni más ni menos que de la forma en que nuestros niños y niñas aprenden a ser hombres y mujeres, del modo en el que aceptan como natural lo que la sociedad espera de ellas y ellos y de sus comportamientos por ser hombres y mujeres, por tener uno u otro sexo.
Hablamos, digo, de darles las herramientas para desenvolverse en sociedad y, si no les ponemos en la habitación una Olivetti para que hagan sus deberes sino un ordenador último modelo, debemos ser conscientes también de lo obsoleto de las herramientas sociales con que en ocasiones les dotamos, unas bases para desenvolverse que nacen con fecha de caducidad porque son las de una sociedad patriarcal cuyas estructuras tiemblan de un modo cada vez más perceptible.
Así que, en honor a mi carácter optimista y a esta familia mía, modelo de esa otra a la que me refería al ampezar, y que el abuelo no reconocería, contaré una de las anécdotas familiares que me ha producido más ternura y me ha dado más que pensar: el cumpleaños de mi sobrino mayor, de 5 años de edad a quien su madre dio las invitaciones de su cumpleaños y dijo “toma, para tus amiguitos” y a su cumple, no fue ninguna niña, porque los niños son amiguitos, y las niñas, amiguitas ¿hay algún ejemplo mejor y más inocente de la importancia de la visibilización de la mujer, de la del lenguaje, de la de los patrones que transmitimos , y la de la educación?
Con una criatura que mira el mundo con ojos diferentes acabo, deseando que cada persona que lea encuentre en sí en qué consiste esa mirada distinta, la perspectiva de género.

María Martín
Extracto de la Ponencia “Perspectivas de la socialización de género”
Universidad de Castilla-La Mancha.Campus de Ciudad Real. Julio 2009

Comentarios

  1. A quien hay que visibilizar es al varón heterosexual.

    ¿Ya se dió cuenta Vd. de que NO existe un Mes Internacional Contra el Cáncer de Próstata, a pesar de que tiene mayor incidencia que el de mama?

    ¿Acaso existe un Hospital del Hombre en su país (o en cualquier otro)?

    ResponderEliminar
  2. Recuerdo una Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, El día Internacional de los derechos del Hombre, La Declaración de los derechos del niño, el hombre de cromágnon, el de Neanderthal, recuerdo también los derechos de los trabajadores, una Constitución donde dice "los españoles" son iguales ante...

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